lunes, 8 de abril de 2013

Buscando sobre María Teresa, encontré a Graciela Lo Tufo.

Queda muy clarito, miles de veces, por ejemplo, en tantas charlas en el aula, que los luchadores por un mundo mejor, los que se olvidan de si mismos porque no ven diferencia entre el otro y sí mismos, o la ven a favor del otro, son los olvidados, los silenciados, los borrados por las manos del poder, via la alienación que sea.
Y somos nosotros los que debemos hacerlos resonar.
Buscaba datos sobre María Teresa Nidelcoff y me encontré con Graciela Lo Tufo

En SADOP Rosario
http://sadoprosario.org/index.php?option=com_content&view=article&id=559:la-maestra-que-se-llevo-la-dictadura-por-contagiar-la-alegria&catid=26:actualidad&Itemid=80

La maestra que se llevó la dictadura por contagiar la alegría
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Dicen que cuando Graciela estaba por terminar el secundario en el Normal Nº 2, una profesora le preguntó qué iba a estudiar. Sin dudarlo, dijo: "Quiero trabajar de maestra". Todos esperaban que esta alumna brillante, que había permanecido en el cuadro de honor durante toda su escolaridad, se inclinara por una carrera universitaria. Pero ella sabía que la educación era el mejor oficio para su vida, y el que en definitiva puede dar un mejor destino a la humanidad. Graciela Lo Tufo Martínez tenía 26 años cuando se la llevaron de su casa, el 14 de abril de 1977. Desde entonces está desaparecida.La alegría y el optimismo son las palabras más repetidas para nombrar a Graciela, la maestra rosarina que estaba empeñada en que docentes de escuelas públicas y privadas se unieran en la lucha. Lo cuenta el profesor Fernando Mut, integrante del Equipo de Investigaciones Históricas Memoria Maestra, de Amsafé Rosario.
El nombre de Graciela fue recuperado junto al de otros docentes víctimas del Terrorismo de Estado en ese trabajo. El año pasado su imagen fue plasmada en un mural impulsado por el Colectivo Arte Memoria, y por estos días se expone en el Palais de Glace en Buenos Aires.
Particularidad. "Lo particular de Graciela, entre todos los compañeros asesinados y desaparecidos, es que ella trabajaba en la enseñanza privada. Era docente y sindicalista, y trató de lograr la unificación con los maestros de la pública", cuenta Mut sobre qué movía a la participación gremial a la maestra a principios de la década del 70, cuando estaba en formación el Sindicato de Trabajadores de la Educación de Rosario (Sinter), que más tarde (1973) pasaría a ser parte de la flamante Ctera.
Graciela era maestra del Colegio Nuestra Señora de la Asunción. Enseñó en los 1º, 5º y en 6º y 7º grados. Participaba de las reuniones que se hacían en "La casa del maestro", con otros colegas de su sector y de la educación pública reunidos en el Sinter. "Junto a otros maestros formaron la Asociación de Educadores de Enseñanza Privada (Aeedep), de la que ella fue secretaria gremial y Cristina de Pauli (exiliada luego en España) secretaria general", repasa Mut.
Las primeras reuniones de Aeedep se hacían en una habitación que les había facilitado el Centro Republicano, de los veteranos de la Guerra Civil Española. También en el Colegio San José, espacio que le cedían solidariamente los sacerdotes salesianos, entre ellos el padre Miguel Angel Nicolau, desaparecido en 1977.
Trabajadores."Un rasgo de Graciela que recogimos de distintos testimonios es que no solamente añoraba la unión de los docentes de escuelas públicas y privadas sino también con los no docentes y los universitarios", dice Mut, y agrega: "Y desde ya por empezar a ver al maestro como un trabajador, una idea que tanto costó".
Todo indica que Graciela estaba cercana a "la Juventud Peronista, al peronismo de base", aunque los testimonios hacen hincapié en su trabajo sindical. Pero hay un rasgo de ella reunido y reiterado en los recuerdos de quienes la conocieron y que ahora destaca Mut: "Era una mujer súper alegre, muy activa, estaba en todas las movidas alentando con los cánticos, con la guitarra, incluso hasta en la escuela. Todos rescataban su jovialidad y su alegría".
Sus hermanas Marina y Beatriz la describieron para el trabajo Memoria Maestra como "alegre, bullanguera, chistosa e independiente, resolvías con autenticidad y justicia los problemas". Por eso también contaron para aquella producción: "Hasta hoy cuando voy por la calle algún padre que ya me cuesta reconocer me pregunta si te he encontrado. Llegaste al corazón de tus alumnas que aún te recuerdan".
"Graciela participaba en todo y estaba siempre dispuesta, tenía un humor contagioso, hacía el chiste oportuno cuando estábamos agotados, y era la que daba la orden de parar un rato a comer un sandwich o una porción de pizza, era el rato de las anécdotas (la terapia de las risas)", contó para el trabajo de Memoria Maestra, Cristina de Pauli, al recordar a su compañera de militancia sindical.
Esa misma alegría de la que todos hablan era la que trasladaba a la militancia sindical. "Estaba al cien por cien en el sindicato, tenia un Renault 6 con el que iba a todos lados, y llevaba a todo el mundo que pudiese. Era una época donde se movilizaba mucho por toda la provincia para formar sindicatos docentes", rescata Fernando Mut, maestro y profesor de historia en escuelas secundarias y en la formación docente.
Relata que una compañera que trabajó con ella la describe como "el trabajo silencioso que mantiene toda una estructura". Y Mut continúa: "No era la gran oradora, era más bien de perfil bajo, pero su presencia se notaba siempre".
Teoría y práctica. Para el educador que participó de esta investigación hay un rasgo para no pasar por alto: "Graciela estuvo en uno de los primeros grupos que se formó dentro del Sinter, el grupo «Contenidos», que estaba preocupado por debatir la teoría. Fueron los primeros en leer a Paulo Freire y su Pedagogía del Oprimido, en hacer grupos de estudio, en discutir la currícula, era la generación de Maestro Pueblo, Maestro Gendarme (plasmada en el libro de María Teresa Nidelcoff)".
La generación de Graciela —reflexiona Mut hacia el final de la charla— "era gente bien de base, dispuesta a laburar y a cambiar las cosas, con un compromiso muy fuerte en su trabajo pedagógico y militante sindical. Esa combinación está muy fuerte en ella. Pienso que si Graciela estuviera ahora estaría luchando con nosotros, y quizás con su autito recorriendo todo lo que pudiera Santa Fe".
Memoria Maestra registró hasta el momento doce educadores de Rosario como víctimas trágicas del Terrorismo de Estado. De esas doce víctimas, dos de los asesinados fueron reconocidos por la Triple A, cuatro aparecen en las crónicas policiales de la época como "caídos en enfrentamientos" y el resto, como Graciela Lo Tufo, continúa hasta hoy desaparecido.

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