NO PODEIS SERVIR A DIOS Y AL DINERO.
UNA LECTURA PROFÉTICA DE LA CRISIS, INSPIRADA
EN JESÚS.
José Antonio Pagaola
Sólo algunos párrafos...Recomiendo la lectura total.
Ser compasivos como el Padre exige luchar
contra el olvido de las víctimas inocentes. No es posible introducir en el
mundo una cultura de la compasión si no es reaccionando contra la cultura de la
amnesia y el olvido cruel de los millones de seres humanos que sufren, víctimas
del sistema que hoy dirige la historia. No nos podemos permitir hacer de ese inmenso
sufrimiento un dato insignificante que apenas tiene algo que ver con nosotros.
Hemos de resistirnos a seguir disfrutando de
un bienestar vacío de compasión. Rebelarnos contra ese aislacionismo mental que
nos lleva a desplazar la miseria y el hambre que hay en el mundo hacia una
lejanía abstracta donde desaparece todo clamor, gemido o llanto. No nos está
permitido seguir viviendo como espectadores de ese enorme sufrimiento: mirones
pasivos del hambre y la desnutrición de los pueblos excluidos.
No es lícito encerrarnos en la «sociedad del
bienestar» ignorando esa otra «sociedad del malestar» en la que millones de
seres humanos nacen para extinguirse a los cinco o seis años de una vida que
sólo ha sido muerte. No es lícito instalarnos en la seguridad olvidando a
quienes sólo conocen una vida insegura y amenazada. Desde su tragedia hemos de
aprender a mirarnos a nosotros mismos como seres ridículos que vivimos en la
abundancia, curvados en la autocompasión.
Este olvido del sufrimiento en el mundo se
alimenta de una secreta ilusión de inocencia que se ha ido propagando en las
sociedades modernas del bienestar. Una ilusión que nos permite huir de nuestra
responsabilidad dejando que el mundo siga su marcha, dirigido por una especie
de fuerza anónima sin sujeto humano. Pensamos ingenuamente que el tiempo se
encargará de resolver la sinrazón de la historia humana.
El sistema económico-financiero que domina hoy
el mundo busca a toda costa ocultar el sufrimiento que genera, dejando en
silencio los gritos de las víctimas. Sin embargo, esos gritos han de ser
recogidos, pues están proclamando que ese sistema es un enorme fracaso humano.
El sufrimiento de las víctimas deslegitima de raíz el Imperio del Dinero. No
sólo eso. Ese sufrimiento injusto pone en cuestión cualquier política o
ideología, cualquier religión o espiritualidad que se desentienda de él o lo
trivialice.